domingo, 18 de noviembre de 2012

MICRORRELATO- El Relojero

El Relojero 

Mireya caminaba por la calle Chacabuco como cada noche después de clase de teatro. Estaba inusualmente sensible, más que de costumbre, quizá influenciada por el corte de luz en el alumbrado público. Un viento gélido levantaba la hojarasca otoñal, despeinando su cabellera, trayendo el sonido de unos pasos que se acercaban vertiginosamente. Seguidamente escuchó un susurro escalofriante al oído “tic-tac”, después muerte y silencio. El inspector miró de soslayo al cadáver desnudo de la joven tumbado en la camilla de la morgue mientras se dirigía a la ventana. Contempló por ella la diáfana luz de un rayo e inmediatamente oscuridad y lluvia golpeado los cristales. En un ademan, el detective rebusca en el bolsillo de su chaquetón. Bruscamente extrae un cigarrillo llevándoselo a la boca. La tenue luz de la brasa deja ver algo que cae del chaquetón. Dos manecillas ruedan al suelo, tic-tac, inmediatamente las recoge el relojero.

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