domingo, 25 de mayo de 2014

Especie en Extinción

Cuando proliferaron los bichos, el mundo ya estaba acabado. El cataclismo desmesurado del ser humano por su propio bienestar mató el planeta poco a poco. Todo comenzó desgarrando árboles, matando animales y matándose entre ellos mismos. Guerras mezquinas, intereses propios, territoriales que afectaron a todo el globo terráqueo, enfrentándoles con sus armas nucleares. Pagando inocentes por pecadores. Al poco tiempo, campos y ciudades sembradas de cadáveres putrefactos contaminaron el aire, vientos del norte desplazaron epidemias bacteriológicas y radiactivas, obligando a los pocos supervivientes a vivir bajo tierra. La madre tierra les advirtió con lágrimas de savia que no quisieron interpretar. La rábida del planeta, se manifestó a través de devastadores huracanes, terremotos que hicieron temblar la tierra, desplazando los continentes. Volcanes monstruosos vomitaron su bilis de fuego devastando pueblos, matando cosechas, cubriendo la atmósfera con una capa de ceniza de roca fundida, haciendo los días noches. Pero los bichos continuaban allí, pequeños insectos que daban señales de vida. Tardo mil años en disiparse aquella nube volcánica. El sol regó con su luz el árido planeta. Sus pulmones amazónicos consumidos por el cataclismo tenían una nueva oportunidad. Vinieron las lluvias, primas ácidas y tóxicas por las aguas contaminadas. Los vientos huracanados barrían la zozobra de la superficie. Restos óseos y polvo de una civilización extinguida. Un ejército de bichos colorados que caminaban en dos patas, saltó al agua y con sus aletas dorsales se alejaron mar adentro.